El infierno de Gabriel by Sylvain Reynard

El infierno de Gabriel by Sylvain Reynard

autor:Sylvain Reynard [Reynard, Sylvain]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2011-04-04T04:00:00+00:00


18

Hola, Paul. Lo siento. No oí el timbre. ¿Se habrá roto? Emerson me abroncó, pero no tengo que dejar el curso (uff). Tengo que encontrar nuevo director. Estoy en ello. Hablamos luego. Gracias. Julia.

Paul contempló extrañado el mensaje de texto que le acababa de enviar Julia. ¿Un timbre roto? Qué oportuno. No sabía si estaba tratando de librarse de él porque se sentía avergonzada por su altercado con el profesor Emerson o por alguna otra razón. En cualquier caso, no tenía tiempo de seguir persiguiéndola. Emerson le había enviado un correo electrónico pidiéndole un listado de libros que quería que sacara de la biblioteca y le dejara en su despacho antes de la una.

Tras enviarle a Julia un breve texto diciéndole que se alegraba de que estuviera bien, salió de su apartamento y, un poco desconcertado, se dirigió a la biblioteca Robarts.

***

Julia estaba de rodillas en el sofá de piel, mirando por encima del respaldo, con la barbilla apoyada en los brazos cruzados. La vista desde los ventanales del salón de Gabriel era espectacular. Desde su situación privilegiada veía buena parte del centro de la ciudad y un trozo del lago Ontario. Los árboles ya habían empezado a cambiar de color y se veían muchas manchas doradas, amarillas, naranja y rojas entre el verde. La visión le recordó los paisajes canadienses que Paul la había llevado a ver en la Galería de Arte de Ontario.

Se había ofrecido a ayudar a Gabriel a recoger las cosas del desayuno, pero él no había querido ni oír hablar de ello. Le había dado un beso en la frente y le había dicho que se relajara, como si fuera tan fácil. Contemplar el panorama le daba la oportunidad de mirar algo bonito mientras en su mente repasaba una y otra vez la conversación que habían mantenido, comparándola con sus encuentros anteriores.

¿Cómo había podido estar tan ciega? ¿Y por qué le habían escondido los Clark su adicción? Siempre la habían tratado como si fuera un miembro de la familia, pero ni siquiera Rachel le había comentado nada al respecto, a menos que se pudiera considerar como tal su reciente referencia a la oscuridad de Gabriel. ¿Es que todos los miembros de la familia Clark hablaban siempre con metáforas, como si fueran poetas metafísicos? Iba a tener que apuntarse a una clase de crítica literaria para poder entender sus alusiones.

Gabriel se apoyó en la chimenea y la observó. Parecía cómoda, de rodillas en el sofá, mirando por la ventana como si fuera un gato. Pero la tensión en sus hombros delataba que estaba preocupada. Se sentó a su lado, asegurándose de dejar una distancia segura entre ellos. Cuando Julia no hizo amago de acercarse, ni siquiera de mirarlo, él alargó la mano.

—Por favor —le pidió con una sonrisa.

Ella le dio la mano, no muy convencida, y Gabriel tiró hasta tenerla a su lado. Abrazándola, le dio un beso en la cabeza.

—Mucho mejor —dijo él.

Julia suspiró y cerró los ojos.

—¿Estás cómoda?

—Sí.

Gabriel notó que ella se relajaba. Después de todo lo que habían discutido, le extrañó que fuera capaz de sentirse tranquila a su lado.



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